dilluns

El resto de la familia

La expectación que nuestra decisión causó en la familia fue grande, tanta como incredulidad. Luz y yo decidimos no comunicar a nadie la intención de dar este paso, hasta que estuvimos a punto de recibir a Arantxa.

Preferimos entonces, y ahora lo haríamos igual, no decir nada a nadie. Era una decisión tan importante y tan íntima que sólo nos pertenecía a los dos, y así queríamos que fuera hasta que fuésemos tres, o más, porque en un principio no sabíamos si vendría uno o dos menores a nuestra casa.

El motivo principal para no comunicar nada fue que no queríamos vernos "contaminados" con las opiniones de los demás. Normalmente, cuando comunicas algo a la gente, no se dedican a animarte y decirte "muy bien, felicidades, me alegro" y punto, por causa de un gen todavía no identificado, tendemos a dar nuestra opinión aunque nadie nos la haya solicitado, y queríamos evitar ese trance.

De hecho, una vez conocida nuestra decisión y ante la inminencia de la entrega, comenzó la larga retahila que todavía hoy escuchamos, y que merecerá un apartado propio en este blog, "¿y no os da pena cuando se vaya? Yo no podría". ¡Es que nadie te ha preguntado que podrías hacer tú!, eso era lo que me daban ganas de contestar una y otra vez, pero la cortesía obliga y por respuesta damos una estúpida sonrisa acorde a la pregunta.

Incluso ahora, con diez meses de vida entre nosotros, somos un poco reacios a dejarnos ver mucho en familia con Arantxa, porque creemos que la decisión de tenerla y cuidarla nos pertenece a nosotros, así como nos pertenecerá el inmenso dolor de dejarla. Una rotura interna tan profunda que esperamos que seamos capaces de curarnos el uno al otro, porque sólo de pensarlo ya me cuesta respirar. Por eso no hemos querido compartir mucho a Arantxa con los nuestros, para evitarles sufrir ese desgarro.

Creo que lo han comprendido y que también nos han comprendido a nosotros. No todos, claro, la opinión y el juicio son libres, pero nosotros estamos convencidos que hemos hecho lo mejor. Es difícil explicar a los demás algo tan intenso y emocionante como cuidar a un ser indefenso sin nada a cambio, en teoría claro, porque lo que hemos recibido en estos diez meses es comparable a lo que le hemos dado elevado a la enésima potencia. No se puede explicar la emoción de vivir con Arantxa.

























La expectación, como puede verse, fue máxima para todos.

2 comentaris:

Leire ha dit...

Hola :)
Me pregunto si te encontraré por aquí aún.

Yo tengo en mi corazón el runrún de la acogida desde...hace muchos años. Tengo tres hijos pequeños aún , pero mi corazón sigue machacándome con el deseo de acoger.

Mi gran temor es el dolor que esto producirá a mis hijos. ¿Quién soy yo para imponer este dolor a ellos? Sé a ciencia cierta que esta sería una experiencia maravillosa para ellos, que les cambiaría para toda la vida en el mejor sentido, pero no sé si es mi derecho causarles el dolor de perder a un 'hermano' (cómo hacerles entender qué es temporal mientras les pides que le traten como a uno más? cómo conseguir que sus corazones superen el desamor de perder a un igual?)

Me pregunto si tu has reflexionado sobre esto y si conoces otros blogs de familias de acogida con hijos.

Un abrazo!
Leire

Jordi Díez ha dit...

Hola Leire,
He leído atentamente tu comentario, y déjame que argumente un poco en contra de tus palabras.
Por supuesto, sabiendo de antemano que nadie puede ni debe decirle a otra persona cómo actuar o qué hacer en su vida, pero por qué temes que tus hijos sufran, si justamente en eso está el valor de la vida. Cómo van a apreciar la felicidad que les dará compartir si no se arriesgan, además nada hay garantizado, es decir, quizá después de la acogida la amistad siga, o por el contrario, la acogida sea tan compleja que el día de máxima felicidad comience cuando se acabe.
Sabes, porque es evidente, que es imposible proteger a nuestros hijos de tener experiencias en la vida, tendrán desengaños amorosos, amistades rotas, derrotas de todo tipo, pero todo eso les pasará por haberse arriesgado a enamorarse, a tener amigos, a participar de la vida, y por la misma regla que hace que algunas cosas salgan mal, otras muchas (la mayoría, me atrevería a decir) salen bien o muy bien.
Creo que tu planteamiento deberías hacértelo al contrario, ¿quiénes somos para evitarles esa experiencia maravillosa?
Espero con toda sinceridad que no te molesten mis palabras, pues las he escrito desde el mayor respeto y con total alegría.
Ojalá todo os salga bien y disfrutes en familia de cualquiera que sea vuestra decisión.
Muchas gracias por pasar por el blog!
Saludos,
Jordi