dimecres

Ejercer de padres sin complejos

Todavía hoy me sorprendo de lo sencillo que ha sido ejercer de padres. La verdad es que yo nunca lo había hecho, sí Luz con un hermanito suyo al que le hizo de mamá durante un tiempo, pero tanto a uno como al otro nos ha resultado muy fácil tener paciencia y amar con locura a Arantxa.

No negaré que muchas veces, mientras la cubría a besos como si le fuesen a impregnar la piel cual tinta mágica en un tatuaje imborrable, pensaba que no estaba bien, que no debería querer tanto a una niña que no nos pertenecería más allá de unos meses, pero cómo iba a negarme el placer tan inmenso que supone besar a un bebé. No podía.

Quizá ahora el dolor sería menor, no lo sé, pero la sensación de no haber hecho bien la faena a la que nos comprometimos de corazón, ocuparía el lugar que ahora sólo se llena con la satisfacción. Muchas veces hablamos con Luz que no debíamos "comprometernos" tanto con Arantxa, pero qué sabe ella de todo este mundo de adultos en el que nada es lo que parece. ¿Quién iba a explicarle a la niña que los que ahora veía como sus padres no podían quererla del todo porque en un tiempo iniciaría otra vida apartada de ellos?

Nunca, ni un sólo segundo, le hemos negado a Arantxa todo el amor que hemos sido capaces de dar, y después de una larga conversación con Luz, que duró unas tres millonésimas de segundo, convinimos en ejercer de padres sin ningún tipo de complejo. Así hemos paseado nuestro orgullo de compartir la vida con Arantxa allí donde hemos ido, y hemos podido vivir diez meses maravillosos.

El cariño dado ha sido devuelto elevado a la enésima potencia, ya que cada vez que la vemos en sus fotos jugar, durmiendo, disfrutando de su baño, o cualquiera de las actividades que realizaba, su rostro es de felicidad plena, y eso, desde el más puro e íntimo de los egoísmos, nos llena con un orgullo incomparable.

¡Qué maravilloso es el egoísmo de ser padres!